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¡Gracias, Osmar!

Tuvieron que pasar 40 años para que llegáramos a este día. Osmar Olvera acaba de regalarnos una de las participaciones más emocionantes y emotivas en la historia de México en Juegos Olímpicos.

Osmar dejó a su familia a los 8 años de edad para irse a vivir a Guadalajara y entrenar junto a los mejores. Y contrario a las historias que en muchos casos solemos ver, donde son los padres los que buscan “explotar” el talento de sus hijos (muchas veces en contra de su voluntad), en es caso fue el propio Osmar quien insistió y pidió a sus padres que lo dejaran ir en busca de sus sueños.

Como era de esperarse, la historia no fue como el joven clavadista lo esperaba. A los pocos meses, la insistencia ahora era por regresar a su casa. A esa edad, lidiar con la presión de entrenamientos diarios, exigencias, y todo esto en soledad. No es sencillo, pero es el precio o sacrificios a pagar. Que en palabras del propio clavadista, él prefiere llamar a esto decisiones y no sacrificios. Para apuntar.

12 años después de dicha decisión, Osmar logró lo que muy pocos, sobre todo en el pasado reciente, donde ningún otro deportista había logrado colgarse 2 medallas en unos mismos Juegos. Osmar, además,  lo consiguió de manera categórica, peleando de tú a tú con los chinos -que son potencia mundial- y dejando atrás a cualquier otro rival.

La calidad como clavadista ahí está y es innegable, pero en este caso la diferencia que ha marcado Osmar, sin duda, ha sido en el aspecto mental. A su corta edad, se comporta como si tuviera 20 años al más alto nivel y ha demostrado un hambre pocas veces vista en otros atletas de nuestro país.

Partamos de una verdad que nadie puede refutar; China es potencia mundial en clavados y no hay quien se le acerce desde hace ya varios años. Cuando está China en una competencia, el primer lugar está asegurado. Es una verdad que ya nos hemos acostumbrado a aceptar, y de cierto modo, una situación que nos ha llevado incluso a resignarnos en cada enfrentamiento ante ellos.

Y es ahí donde ha aparecido Osmar Olvera para demostrarnos que, el primer paso para intentar superarlos, es creer que se puede. La medalla de plata conseguida con Juan Manuel Celaya nos dejó una de las imágenes más representativas de estos Juegos de Verano. Mientras la dupla mexicana tiraba un último y extraordinario clavado, el rostro de los asiáticos con la cabeza agachada y sintiéndose derrotados, fue incluso más valioso que y representativo que la propia calificación que recibieron los nuestros. ¿Injusto? Los expertos dicen que sí, y nosotros con la bandera en la espalda probablemente también.

“Ellos saben que fuimos mejores”.. fue una declaración que lanzó Osmar Olvera tras la competición. No tuvo miedo en ‘faltarles al respeto’, y con esto no hablo de alguna grosería ni nada por el estilo, sino como la propia palabra lo dice. Perderles ese respeto que muchas veces se convierte en la primera limitante para hacernos menos y creer que es imposible competirle a ellos. (o cualquier otra potencia)

Desde esa declaración, Osmar dejó claro que no se achicaría tampoco en la modalidad de individual, y fue justo en esa competencia que ilusionó a todo el país con sus magníficas ejecuciones.

Por simple matemática, al cambiar de clavados sincronizados a la modalidad individual, los lugares 1 y 2 pasan casi automáticamente a los representantes de China, dejando un solo sitio para el resto de competidores y convirtiendo esto en un verdadero reto.

Dicho esto, tras 2 clavados, Osmar nos demostró nuevamente que esta situación no lo incomodaba en lo absoluto. Al contrario, después de dos clavados, el mexicano estaba segundo por encima de uno de los competidores chinos.

Finalmente no alcanzó para una nueva plata, pero sí para superar los 500 puntos y asegurar el bronce por más de 70 puntos. Una diferencia brutal respecto a su más cercano competidor.

Que Osmar fuera medallista no representó ninguna sorpresa, lo que -a título personal sorprendió- fue que su primera declaración tras haberse convertido en doble medallista en París, en lugar de dirigirse hacia un discurso triunfalista y satisfactorio, fue hacia el trabajo que le falta por hacer para alcanzar la perfección. “Hay que trabajar más duro para que llegue la medalla de oro”.

¿Alguien tiene duda de que, a sus 20 años, Osmar se convertirá en mejor clavadista y nos dará más alegrías?

No quiero imaginar lo que sería de este crack si contara con más apoyos y facilidades para desarrollarse en su especialidad. Queda simplemente reconocer y admirar la tenacidad con la que Osmar nos ha llevado a emocionarnos a niveles poco imaginados. Y lo mejor, esto apenas comienza para él.

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ALEJANDRO ORVAÑANOS

Reportero y conductor
Cubre a uno de los equipos más grandes de México; el América.
Fue corresponsal en Rusia 2018 y Qatar 2022.
Una de las caras nuevas en la industria que ha conseguido su lugar gracias a su preparación y adaptación, en especial en los medios digitales.