Saludos desde París. Aquí seguimos, desde tierras parisinas disfrutando de los Juegos Olímpicos de París.
A pesar de ser mis segundos, me sigo sorprendiendo y emocionando con cada competencia, cada hazaña, cada récord, y hasta cada fracaso.
10,500 atletas, se han reunido en una misma ciudad para buscar el reconocimiento y éxito mundial. Si ya hablar de 10,500, dentro de los miles de millones de habitantes que hay en la tierra, nos lleva a hablar de la élite mundial, imaginen que sólo uno en cada competencia termina destacando por sobre el resto.
Por ahora en México ya contamos con 3 medallas, y dos de ellas son de plata. Y en este caso, más que hablar de él mucho o poco éxito que esto pueda significar, he preferido quedarme con la reacción y apoyo de los mexicanos respecto a la participación de sus atletas.
Estando de este lado es aún más gratificante y sorprendente el ver como una persona puede ser capaz de reunir a millones para presenciar su competencia. Y es que en esta ocasión hay que sumarle que los horarios son bastante complejos, y es por eso que, desde aquí, se valora triplemente el esfuerzo de madrugar para gritarle “vamos méxico” al televisor.
Se ha dicho -en tono de broma- que ahora nos estamos convirtiendo en expertos en surf, judo, clavados, tiro con arco, etc, etc. Y es que esa es la esencia de lo que hoy quiero transmitir.
Desafortunadamente, este espíritu olímpico solo se ve cada 4 años. Que millones de personas, que no entienden absolutamente nada de ese deporte, se reúnan para ver ganar a sus representantes, es algo que debería trasladarse a otros ámbitos y de manera más cotidiana. Y es que no hay nada más allá que el simple orgullo de ver a uno de los nuestros competir. Sin siquiera conocer al atleta, porque tristemente así es. El 90% de los deportistas que nos representan no llegan a los Juegos Olímpicos siendo ‘famosos’ o ‘reconocidos’ por el país, pero ahí estamos los mexicanos. Gritando en cada flecha lanzada, cada clavado ejecutado, y ahora, hasta cada combate de judo.
Sería fantástico que, al igual que estas dos semanas, los mexicanos pudieran sentirse orgullosos de un pintor, de un músico, de un actor, abogado, o cualquier profesión que a ustedes se les pueda ocurrir.
Desafortunadamente, el famoso ‘cangrejismo’ regresará en cuestión de semanas. Y las críticas y comentarios para demeritar cualquier éxito que pueda tener uno de los nuestros, estará de vuelta.
No nos vayamos tan lejos, el próximo penal que falle Santi Giménez, o la próxima goleada que reciba Guillermo Ochoa significará una alegría para muchos de los mexicanos. ¿Qué no es lo mismo? Un mexicano, compitiendo en la élite y buscando representarnos de la mejor manera.
Falta una semana más de competencias olímpicas y vendrá el momento de hacernos expertos en lanzamiento de bala, pentatlón, natación artística y taekwondo. De gritar el nombre de esa atleta que apenas conociste pero le deseas lo mejor. Y voy más allá, también durante estos días se respeta y valora más al rival. En las arenas de París no se escucha el grito homofóbico, ni tampoco se le avientan cosas a los atletas. Y eso, eso es el espíritu de una competencia olímpica.
Seguiremos saludando desde París, esperando tener buenas noticias y que, independientemente de las aficiones, gustos, preferencias políticas y orientaciones sexuales, por estos días sigamos defendiendo a méxico y a los nuestros, aunque sea desde el televisor.
Duplica tu primer depósito hasta $5,000 para apostar en deportes y juegos de casino en www.mexplay.mx