Ha sido imposible dejar el tema de la selección mexicana y, en general, del fútbol mexicano y el mal momento por el que pasa. La nueva derrota ante Estados Unidos sumada a que son ya 5 años sin poder ganarles, han dejado cicatrices que serán difíciles de sanar en los próximos días.
Una vez que se le ha pegado y señalado al futbol mexicano en todas su áreas, el debate en las últimas horas nos ha llevado a un nuevo tema; los naturalizados.
A falta de talento local y -sobre todo- de un proyecto estable que nos permita formar y desarrollar futbolistas a futuro, la apuesta y conversación no debería ser descabellada.
El aficionado está harto y decepcionado. Son años de promesas, de ilusiones, y de constantes fracasos. El mundo está en constante avance y la globalización nos ha llevado a enfrentar retos para los que parece no estábamos preparados.
¿Cómo es que selecciones que habitualmente no están en la élite han logrado dar un salto de calidad en últimos años y competir por cosas importantes?
Hoy en día estamos ante dos caminos:
El primero, el que ha seguido Estados Unidos, trazando un proyecto a largo plazo enfocándose en el futbolista de manera individual; mandarlos a Europa muy baratos y a temprana edad, sacrificando en lo económico y dejando “abandonada” su liga. Pues desprenderte de tu talento significa una ausencia importante de calidad local en tu torneo regular. Además, estar dispuesto a correr el riesgo de que los resultados a corto plazo no sean los deseados. Dicho esto, tenemos claro que este camino NO ES VIABLE en el fútbol mexicano.
¿Qué queda? Seguir el paso de selecciones como Marruecos, quienes lograron una participación histórica en Qatar 2022 con base a futbolistas naturalizados. 14 de los 26 convocados no nacieron en territorio marroquí, pero decidieron defender la playera roja y verde y lograron dar la campanada llegando hasta las semifinales.
Entre las figuras más representativas de esta selección está el portero Younes Bounou que nació en Canadá, Achraf Hakimi nació en España, Sofyan Amrabat nació en Holanda, y Sofiane Boufal quien nació en Francia.
Es verdad, esto no garantiza que siguiendo esta receta México llegará hasta semifinales en el próximo mundial, pero a título personal, no me parece descabellado hacer un plan y estrategia pensando de esta manera.
Ojo, yo hablo de un plan determinado y enfocado, no como históricamente se ha hecho en nuestra selección, donde solamente por ‘dedazo’ y de manera improvisada se convoca a los naturalizados; como ejemplo perfecto, Rogelio Funes Mori ante la ausencia de delanteros previo al mundial.
La situación no es sencilla; hoy pensar en dos grandes talentos de la Liga MX que aportarían bastante al tricolor se llaman Álvaro Fidalgo y Juan Brunetta, ambos están un escalón por encima del resto de futbolistas de nuestra liga y puedo asegurar que cualquier entrenador los querría en su equipo. Sin embargo, en este caso ambos tienen el deseo de vestir la playera de su selección y de emigrar a Europa, lo que hace imposible que pueda darse.
A esto me refiero en cuanto a un proyecto. Sí, los patriotas que tienen la bandera de México tatuada en el pecho y no permitirían ver a su selección repleta de jugadores no nacidos en su país, van a estar totalmente en contra, pero es momento de actuar. Y si hay que convencer a un jugador de vestir la playera de México independientemente de su conexión o identidad con el país, hay que hacerlo. No hay muchas otras alternativas para mejorar el nivel de la selección mexicana.
Un proyecto donde acompañes a los clubes, donde de manera conjunta se logre que la FMF y los equipos busquen que este tipo de jugadores se mantengan por varios años con un buen contrato que les de estabilidad en nuestro país. Donde desde el día uno se les diga que la meta es verlos en selección mexicana y ser parte de proyectos importantes.
Leyendo estas líneas yo mismo me sorprendo, pues hace varios años seguramente sería el último en “recomendar” este plan, pero tras varios años como reportero de selección mexicana me ha quedado claro que este camino puede ser una solución.
En Qatar me tocó ver en primera fila a los miles de aficionados marroquíes vibrando y apoyando a su selección. Emocionados al borde del llanto y conmovidos por ver que su país finalmente destacaba en el torneo más importante del mundo. Los jugadores estaban dando la vida por esa playera y defendiendo con máximo orgullo la camiseta de su país. ¿Por qué debería de ser diferente en México?
Portugal disputó dicho mundial con Otávio, Raphael Guerreiro, William Carvhalo, Diogo Costa, y Danilo Pereira, quienes no nacieron en territorio lusitano.
Camavinga, Mandanda y Marcus Thuram lo mismo pero con la selección de Francia.
Ansu Fati y Laporte con España.
Y así podríamos seguir.
Dicho esto, nombres como Fidalgo, Brunetta, Nico Ibañez, German Berterame, Tiago Volpi, Unai Bilbao… me parece bien podrían ser parte de este plan inmediato, pues el mundial del 2026 está cada vez más cerca.
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